Si habláramos del auge de la tecnología o de la necesidad constante del individuo de estar conectado (hiper conectividad) no estaríamos hablando de nada nuevo. Ya no seríamos una noticia reseñable ni digna de ser viralizada, pues se trataría de algo liviano que pasa frente a nuestros ojos sin más. Pero no podemos olvidar que esos dos hitos son sin lugar a duda, dos de los motores de nuestro comportamiento actual, y dos de los hitos más importantes tras la aparición del fenómeno 2.0.
Este constante devenir de la tecnología y por ende ese apasionado sentimiento de usarla hacen que hoy en día seamos quienes somos. No podemos evadir los datos, pues tal y como muestra la gráfica que está a continuación: ESTO NO FRENA.
Los profesionales de recursos humanos hemos aprendido mucho de nuestros compañeros de comunicación y marketing, y ya por fin hemos conseguido entender que nuestra organización es un producto en si mismo. Pero tenemos formarnos en la digitalización de la gestión del talento. En vender, procurando, para que el proceso sea más eficiente, enfocarnos en la diferenciación, debido a la saturación de mensajes existentes y con afán de captar solamente el empleado que nos interesa tener.
Y también hemos entendido que el empleado, es ese consumidor que está ahí fuera moviéndose en otros entornos, que cada vez son más caducos e inestables, que habla otro lenguaje y que tiene otras necesidades muy diferentes a las que tenía hace unos años.
Pero seguimos sin estar dónde está el empleado, pues independientemente de lo sexy que hayamos conseguido que sea nuestra organización, tenemos también que construir un ecosistema que gire en torno a nuestra marca empleador. Y este ecosistema de talento, hemos de dinamizarlo, ya que se trata como todo últimamente, de un proceso iterativo que se mueve en un damero ONLINE.
Hemos de darnos cuenta del calado de la fase de atracción, pues dentro del viaje del empleado se trata de un proceso que no es táctico; ya que es, por el contrario, una fase estratégica compuesta de muchas acciones. No podemos olvidar que estamos definiendo el empleado que queremos tener y por ende la organización que queremos tener.
Una vez que hayamos identificado lo que nos hace únicos, tenemos que saber cómo comunicar lo que somos, lo que ofrecemos y lo que hacemos; pero, además, tenemos que saber dónde, cómo y cuándo tenemos que estar para interactuar con nuestro público objetivo, con el objetivo único de crear un sólido ecosistema de talento.
Un ecosistema de talento con el que no podemos cometer el mismo error que cometieron nuestros compañeros de marketing y comunicación. No podemos pretender atraer talento haciendo solamente branding, pues esta guerra no va de obtener visibilidad, esto supone un esfuerzo mayor. Esta guerra va de obtener resultados y para eso recomiendo construir el concepto de comunidad en base al talento.
Propiciemos entornos sociales y digitales que nos permitan tener una conversación más profunda con todos aquellos que quieran acercarse a nuestra organización, aprovechemos la tecnología para co-crear con los candidatos, proporcionemos contenidos de calidad y útiles para ellos, abramos sin miedo la comunicación para que ésta suba y escuchemos con humildad lo que los candidatos nos quieren decir, compartamos proyectos, testemos ideas con los candidatos, generamos realmente un pool de talento activo. ¿Dónde están los límites? Compañeros, siguen estando en nosotros mismos.